
Cansada de haber conocido varios hospitales de Madrid por motivos poco agradables por
fín el otro día me decidí a ir a uno donde ni tengo familiares, ni doctores que visitar, solo el propio edificio, el antiguo
hospital de jornaleros de Maudes.
Un paseo desde Nuevos Ministerios por
Raimundo Fdez.
Villaverde dirección Cuatro Caminos, y en cinco minutos me planté delante del hermano pequeño del Palacio de
Comunicaciones, quizá un poco más basto que éste, pero igual de interesante.
Hay que agradecer esta
construcción a Doña Dolores Romero y
Arano. Esta señora había fundado antes un colegio para niños huérfanos de la sierra de
Albarracín y su obra caritativa continuó con este hospital de atención gratuita para
trabajadores en un barrio de lo que entonces era el extrarradio de la capital.
En 1908 se pone en contacto con dos jóvenes arquitectos que acababan de ganar el concurso para la
construcción del edificio de correos en la plaza de Cibeles:
Antonio Palacios y Joaquín
Otamendi. (No tuvo mal ojo la mujer) En 1916 finalizan la obra que costó nueve millones de peseta de los cuales cuatro fueron cubiertos por la señora, el resto, con donativos de otros
patrocinadores.
De estilo
ecléctico (como me gusta la palabreja), está construido sobre todo de piedra: granito, caliza, sílex, pizarra y mármol. La decoración con mosaicos cerámicos, lo que
Gaudí llamó
trecandis y que también hemos visto en otros edificios madrileños, es obra del también
mecionado por aquí
Zuloaga.

A diferencia de otros hospitales donde el centro era ocupado por la capilla, en éste encontramos un amplio patio octogonal para aprovecharse de la luz y el aire saludable de la zona, al que por desgracia no me dejaron acceder.
Solo veinte años sirvió para lo que realmente fue construido pues en 1936 llega la guerra civil e incautado por las milicias populares se convierte en hospital de sangre, para después,al finalizar la contienda pasar a ser hospital militar.
También como tantos otros edificios que ya hemos visto en el blog estuvo abandonado; en los años setenta era una almacén de
chatarrería habitado por marginados hasta que los vecinos se unen para luchar por su
rehabilitación bajo el lema "Salvad
Maudes" y consiguen que sea declarado Monumento Histórico Artístico nacional. Gracias a ellos la recién nacida Comunidad de Madrid lo compra e inicia las obras que
convierte la sala de operaciones en biblioteca, el pabellón de infecciosos en sala de exposiciones, etc, hasta llegar a ser hoy la Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Transporte de la Comunidad de Madrid.

A la capilla, que es lo único que no es propiedad de la comunidad, si que se puede entrar.
Se encuentra en la calle principal.
Cuando llegué me llevé una decepción porque estaba cerrada, pero parece que el chasqueo de mi cámara al hacer las fotos de la fachada sonó como un "
ábrete sésamo" porque las puertas se abrieron
mágicamente. Y cómo no, me maravillé al ver las coloreadas vidrieras dedicadas a los trabajos del campo y la mar, la cúpula de vidrio y hierro con motivos vegetales y las majestuosas lámparas.

Todo, incluido los bancos, son los originales, me lo comentó la señora que abrió la iglesia. Me contó además que la distribución del hospital estaba pensada de forma que las enfermeras ocupaban la parte que da a la calle
Maudes y los enfermos los "brazos" para poder tenerlos más cerca y mejor controlados.
En la cripta está enterrada la fundadora Doña Dolores.


Mientras estaba haciendo las fotos, llegó otra mujer a
aguarme la fiesta, ni corta ni perezosa y en voz lo
suficientemente desagradable y alta para que me diese por aludida le dijo a su amiga
-Cuidado, que menudo reportaje te están haciendo...
-No pasa nada, me ha pedido permiso.
Y yo me pregunto ¿por qué le gusta tanto a la gente meterse donde no la llaman? Menos mal que tengo un
pasotismo innato que rápidamente me hace pensar en otra cosa para calmar la mala leche que se me pone cuando pasa algo así.