lunes, 19 de septiembre de 2011

Vuelta a la Casa de Campo



Al final me estoy enganchando bastante a la bici. Tanto que hasta ¡soy capaz de madrugar un sábado! para hacer la rutilla planeada.
Este finde ha tocado de nuevo la Casa de Campo.
Cada vez estoy más encantada con este parque-bosque. Apenas conocía las zonas que rodean el Zoo, el Parque de atracciónes, el Paseo de la Gastronomía o el Teleférico  pero me estoy dando cuenta de la cantidad de opciones que tiene nuetstro gran pulmón, sobre todo para hacer deporte. Desde luego es el mejor sitio de la ciudad en estos días en los que el verano se resiste a marcharse pues las sombras de los pinos, castaños, robles, platanos, fresnos .... hacen el recorrido más agradable.
Esta vez el plan era hacer una ruta circular para bordear sus más de 1700ha (cinco veces más que el famoso Central Park)
Salieron unos 16Km empezando y acabando en el Lago que aunque son pocos se hacen pesados con las continuas subidas y bajada por caminos de tierra y piedras en los que la bici derrapa al bajar y por los que no se agarra demasiado al subir. En algunas sendas cuesta abajo se me desbocó la bici y más de una vez me vi con los morros en el suelo pero fue muy divertido.
Aunque llevaba la cámara en bandolera solo hice unas fotos desde la zona de descanso que hay junto al Portillo de los Pinos. La tapia de mampostería y ladrillo es del siglo XVIII, fue obra de Sabatini para delimitar lo que era coto de caza de la realeza hasta que en 1931 gracias a la segunda república fuera cedida para el uso y disfrute de todo madrileño.

Al otro lado se asoman las nuevas construcciones del siglo XXI.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Bibliometro

Vuelta al cole, vuelta al transporte público y vuelta a la lectura en él.
Las vacaciones nos han dejado a dos velas y septiembre para los que tienen niños se presenta duro así que tiramos de bibliometro.
Para los que aún  no lo sepais son unos kioskillos repartidos por varias estaciones de metro (de ahí su nombre claro) en los que se pueden coger libros con el carnet de la biblioteca municipal o de la comunidad.

Parece que la señora de al lado si lo conoce pues en su libro veo el sello. Tiene un cocodrilo en la portada y por título "Los ojos amarillos de los cocodrilos" de Katherine Pancol. Andará entre los 45 y los 50.

"Josiane sonrió de la manera más obsequiosa posible y la acompañó hasta la puerta.
—Dígame, querida Josiane, no le dirá usted nada, ¿verdad?
—No tema usted. Sé guardar los secretos.
—Es usted muy amable"


Lo definen como "una novela como la vida misma", ambientada en Paris. Yo no lo he leido, pero la mayoría de las opiniones que he visto coinciden en que aunque no es un libro imprescindible es muy entretenido. De esos fáciles que recomendarías a los poco aficionados a la lectura. (O para después de un eternizante "Por quien doblan las campanas").

domingo, 4 de septiembre de 2011

En el mercado

 
Que bonita era con su vestido marrón por debajo de la rodilla. Con ese porte que ya apuntaba maneras de mujer decidida.
Que joven él con su sonrisa pícara. Con ese porte de chulapo conquistador que alegraba la vista y oídos de las señoras que por allí pasaban.
-Pero mira que vienen mujeres y no he visto moza con ojos como los tuyos, que suerte he tenido hoy que has venido a verme. Guapa ¡más que guapa!
-Anda zalamero, dame la bolsa que eso se lo dirás a todas...
A él se le aceleraba el corazón con el roce de su mano al darle las reinetas e  insistía en pasear un domingo por la plaza de Oriente. Sentía un raro cosquilleo en el estómago cuando la veía, el mismo que ella cuando su madre le mandaba a por manzanas para asar. Entonces, se pellizcaba los pómulos al bajar por la escalera y se colocaba bien el pelo en el espejo del portal suspirando y esperando que fuera él quien la atendiese.
Ella no quería sufrir un desengaño, se resistía a reconocer su sentimientos, pero con diecinueve años el corazón no atiende a razones y aunque conocía la fama del muchacho quiso creerse especial, que a ella se lo decía de verdad.
Así que aquel día le daría el "si quiero", quedaría con él para ese mismo domingo.

Cuántas cosas habían cambiado desde entonces... Juntos habían conocido un Madrid sepia que pasó al blanco y negro para más tarde ser de mil colores.
Pero todavía se miraban a los ojos como dos chiquillos enamorados, a pesar de las tantas canas de ella como arrugas de él.
Se miraban satisfechos y felices por lo vivido mientras brindaban para celebrar su sesenta aniversario en el mismo mercado donde se conocieron.
El mismo mercado que había cambiado tanto o más que ellos aunque seguía teniendo ese olor a fruta fresca y pescados recién llegados, más selectos, más gourmet,  aunque menos auténticos... Pero que a esas horas de domingo les permitía recordar en silencio aquellos momentos de inocente flirteo que se transformaron en seis hijos y quince nietos.

 


 Arquitecto: Alfonso Dubé.
 Año:1915
 Estilo decimonónico


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