Que
joven él con su sonrisa pícara. Con ese porte de chulapo conquistador que alegraba la vista y oídos de las señoras que por allí
pasaban.
-Pero mira que vienen mujeres y no he visto moza con ojos como los tuyos, que suerte he tenido hoy que has venido a verme. Guapa ¡más que guapa!
-Anda zalamero, dame la bolsa que eso se lo dirás a todas...
A él se le aceleraba el corazón con el roce de su mano al darle las reinetas e insistía en pasear un domingo por la plaza de Oriente. Sentía un raro cosquilleo en el estómago cuando la veía, el mismo que ella cuando su madre le mandaba a por manzanas para asar. Entonces, se pellizcaba los pómulos al bajar por la escalera y se colocaba bien el pelo en el espejo del portal suspirando y esperando que fuera él quien la atendiese.
Ella no quería sufrir un desengaño, se resistía a reconocer su sentimientos, pero con diecinueve años el corazón no atiende a razones y aunque conocía la fama del muchacho quiso creerse especial, que a ella se lo decía de verdad.
Así que aquel día le daría el "si quiero", quedaría con él para ese mismo domingo.
Cuántas cosas habían cambiado desde entonces... Juntos habían conocido un Madrid sepia que pasó al blanco y negro para más tarde ser de mil colores.
Pero todavía se miraban a los ojos como dos chiquillos enamorados, a pesar de las tantas canas de ella como arrugas de él.
Se miraban satisfechos y felices por lo vivido mientras brindaban para celebrar su sesenta aniversario en el mismo mercado donde se conocieron.
El mismo mercado que había cambiado tanto o más que ellos aunque seguía teniendo ese olor a fruta fresca y pescados recién llegados, más selectos, más gourmet, aunque menos auténticos... Pero que a esas horas de domingo les permitía recordar en silencio aquellos momentos de inocente flirteo que se transformaron en seis hijos y quince nietos.
-Pero mira que vienen mujeres y no he visto moza con ojos como los tuyos, que suerte he tenido hoy que has venido a verme. Guapa ¡más que guapa!
-Anda zalamero, dame la bolsa que eso se lo dirás a todas...
A él se le aceleraba el corazón con el roce de su mano al darle las reinetas e insistía en pasear un domingo por la plaza de Oriente. Sentía un raro cosquilleo en el estómago cuando la veía, el mismo que ella cuando su madre le mandaba a por manzanas para asar. Entonces, se pellizcaba los pómulos al bajar por la escalera y se colocaba bien el pelo en el espejo del portal suspirando y esperando que fuera él quien la atendiese.
Ella no quería sufrir un desengaño, se resistía a reconocer su sentimientos, pero con diecinueve años el corazón no atiende a razones y aunque conocía la fama del muchacho quiso creerse especial, que a ella se lo decía de verdad.
Así que aquel día le daría el "si quiero", quedaría con él para ese mismo domingo.
Cuántas cosas habían cambiado desde entonces... Juntos habían conocido un Madrid sepia que pasó al blanco y negro para más tarde ser de mil colores.
Pero todavía se miraban a los ojos como dos chiquillos enamorados, a pesar de las tantas canas de ella como arrugas de él.
Se miraban satisfechos y felices por lo vivido mientras brindaban para celebrar su sesenta aniversario en el mismo mercado donde se conocieron.
El mismo mercado que había cambiado tanto o más que ellos aunque seguía teniendo ese olor a fruta fresca y pescados recién llegados, más selectos, más gourmet, aunque menos auténticos... Pero que a esas horas de domingo les permitía recordar en silencio aquellos momentos de inocente flirteo que se transformaron en seis hijos y quince nietos.
Arquitecto: Alfonso Dubé.
Año:1915
Estilo decimonónico
7 comentarios:
Cuánto encanto! Me gustan mucho las fotos de alimentos, en general, creo que siempre salen bien, son muy agradecidos,jeje, y la de los pasteles...madre mía qué pinta!!! Hay que visitar más a menudo estos lugares que tan buenos productos nos ofrecen, yo lo tengo comprobado desde que me trasladé. Más mercados y menos eroskis!!! ;D
Tienes toda la razón, es una pena como la mayoría están desapareciendo.
Un beso.
Y para un cocinero el paraiso, a mi me encanta, el mercado de San Miguel, La Boqueria en Barcelona y cuando vas de vacaciones ir a comprar a las lonjas pescado recién traído del mar...me vuelvo loco!!!
Los mercados ya no son lo que eran, mira el de Villaverde; la historia me encanta...
Besos
Ya ves Flores, que pena, en el de Villaverde quedan cuatro tiendas y gracias, con lo que era antes...
Un beso.
Vivo cerca del mercado y me encanta como lo han arreglado, ahora hay muchísima animación.
Me han gustado mucho las fotos. :)
Bienvenido In Madrid. Menuda suerte vivir por allí cerca :-D
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