Al subir la mirada me encontré con esos huesos de hierro rojo que forman la estación y como en mi maleta de diario llevaba la cámara no me resistí a hacerle unas fotos mientras el resto de viajeros me miraban extrañados.
Que pasa, yo también vuelvo del trabajo como vosotros, todos los días soy un zombie como vosotros, pero hoy me apetecía conocer el agridulce pasado de uno de los intercambiadores de transportes más transitados de Madrid.
En 1845 se comenzó a hablar de una línea Madrid-Irún para abastecer a la capital con carbón barato que promoviese su auge industrial además de para poder traer harina, carne y pescado del norte. La Diputación de Vizcaya y el Ayuntamiento de Bilbao lograron una concesión provisional para la construcción. Entonces, abulenses y segovianos comenzaron una lucha para conseguir que el tren pasase por su ciudad lo que finalmente acabó con la caducidad de la concesión sin haber conseguido llegar a ningún acuerdo sobre el trazado.
En 1855 se firma la ley de ferrocarriles que permitía el uso de capital extranjero así como las subvenciones de las localidades por donde pasase el tren y en 1956 se permiten las sociedades de crédito. Gracias a ello se inician las obras de la línea que sería de la competencia de la nueva Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, de capital francés.
Finalmente ganó Avila y la estación cabecera se situaría al pie de la montaña de Príncipe Pío cosa que no hizo mucha gracia a los cronistas de la época ya que muchos lo consideraban un emplazamiento absurdo, pésimo en cuanto a las necesidades de los viajeros y elegido solo para satisfacer los intereses de unos cuantos.
El edificio no era todavía el que conocemos hoy si no uno provisional que ni siquiera fue inaugurado.
Ahora si, el 8 de julio de 1882 se inaugura el edificio que vemos hoy. El imponente armazón de hierro y cristal con tejado a dos aguas así como el edificio que da al Paseo de la Florida, recuperado actualmente como centro comercial, fueron diseñados y construidos por arquitectos e ingenieros, efectivamente franceses:Biarez, Grasset, Ouliac y Mercier.
El precioso edificio tristemente abandonado que da a la cuesta de San Vicente se construyó más tarde, en 1926, en estilo ecléctico. Le oí gritar pidiendo ayuda, me da mucha pena no poder hacer nada por él salvo denunciar aquí su estado pues parece que ni ADIF (que son los propietarios), ni el ayuntamiento (que debería evitar que un edificio así sea una ruina) lo escuchan.
De nuevo tengo que remitiros al fantástico blog de abandonalia para que podais asormaros por una de las ventanas rotas ya que yo no me atreví.
En algunos blogs se habla de su rehabilitación para construir un gran teatro, pero no lo he podido corroborar en ninguna página "oficial".
Lo que si he visto es que a principios de año se utilizó para grabar algunas escenas de la película "Balada triste de trompeta" que se estrenará en diciembre quizá en una de las salas de los cines del otro edificio.
Volviendo a las vías, os cuento una curiosidad que encontré, como siempre, de casualidad: El diecinueve de marzo de mil novecientos treinta llegó desde París el tren fúnebre con el cadáver del dictador Miguel Primo de Rivera y en la propia estación se montó la capilla ardiente según cuentan en este documento.
Los trenes al norte del país dejaron de salir de aquí cuando comenzó a funcionar la nueva estación de Chamartin a finales de los sesenta. El 2 de marzo de 1976 salió el último tren de largo recorrido y solo quedó en servicio un tren diario de Madrid al Pinar de las Rozas (casualmente el trayecto que hago yo). Actualmente hay cuatro líneas de cercanías en funcionamiento y el único tren de largo recorrido que pasa por aquí sin ni tan siquiera hacer parada es el nocturno Estrella Picasso Bilbao-Málaga.
Para terminar corto y pego directamente un párrafo de un artículo publicado en el año 1982 en el ABC dedicado a la estación con motivo de su centenario, porque yo no podría escribirlo mejor:
"A su andén y bajo la gigantesca cubierta, llegarán los vagones del progreso y partirán ilusiones y cargamentos de nostalgias. Porque nada hay tan entrañable y al mismo tiempo tan tierra de nadie como estas estaciones donde se mezcla el adiós -tal vez el último- con la espera angustiosa o féliz; con la sorpresa y el desencanto, resumiendo como en ningún otro ejemplo ese devenir vivencial que irremisiblemente nos conduce siempre a la espera o a la despedida. Al “hola y “hasta siempre”".
5 comentarios:
Es una pena ver el deterioro del edificio que da a la Cuesta de San Vicente. Y nadie hace nada... Creo que el proyecto de hacer un gran teatro -que estuvo abanderado por Antonio Banderas- se abandonó definitivamente.
Un abrazo, Jesús
Da gusto ver como vas por ahí intentando verlo todo, saberlo todo... me alegra que no seas solamente un zombi.
Por cierto el libro que estás leyendo es la leche pero vas lista, creo recordar que son tres o cuatro.
Cada vez que veo estos edificios con ese aire a Eiffel me acuerdo de que en Fuentidueña de Tajo hay un puente, construido por Eiffel en 1870 mas o menos.
Besos
Jejeje, Flores, es que si no menuda amargura..
El libro me le trajeron mi hermana y mi madre junto con un ramo de flores para animarme, saben lo que me gusta. De momento pinta bien y si engancha habrá que continuar, hay tiempo de sobra en el autobús...
Y ese puente que dices... ¡ya estás tardando!
Besos.
Laura,
Siento mucho decirte que Fuentidueña de Tajo no es de Guadalajara y se sale de mi jurisdicción, cro que es de la provincia de... Madrid, ¿a quien le toca?
je, je, je
Mmmm, no me mandes a Fuentidueña que bastante tengo ya con ir todos los días a Pinar de las Rozas!!
Publicar un comentario