


Tras tomar la típica foto y agradecer a nuestro amigo su pose, le dejamos que siga ligando y caminamos hacia el pequeño estanque en el que los patos chapotean bajo la atenta mirada de los paseantes y las bocas abiertas de sus compañeras las ranas de piedra.


Pronto llegamos al chalét de la reina de estilo tirolés realizado por el arquitecto Enrique Repullés a finales del siglo XIX. Del mismo arquitecto (quien por cierto realizó la Bolsa de Madrid), es también el diminuto chalé de corcho de planta octogonal revestido con cortezas de árboles, de ahí su nombre. Sus ventanas tienen unos cristales que cambian de color según les de los rayos del sol y mientras miro a su interior imagino que quizá ahí dentro, un rey, una reina o alguno de sus criados tuvieron un affaire rápido mientras los cortesanos recorrían el parterre.

Fuentes, bosquetes, estatuas, una rosaleda y más de 70 especies árboreas entre las cuales se

completan este maravilloso paraje de veinte hectareas inspirado en el jardín del palacio de Versalles pero restaurado un siglo después con aire inglés romántico. Utilizado como lugar de caza menor en epoca de Felipe II, para celebrar todo tipo de fiestas durante el reinado de Felipe IV y como parque de paseo para la "plebe" en tiempos del futuro Felipe ¿? también tiene sitio para la leyenda. Y es que, se cuenta que Juan II fue obsequiado con un oso que junto a su domador fue instalado en el jardín. El oso escapó y en días de luna llena campa a sus anchas por el lugar. ¿Estará buscando el madroño?