miércoles, 28 de noviembre de 2012

Te quiero una arroba.

La señora de los finos labios pintados sube al tren casi sin aliento. Le ha faltado poco para perderlo y se sienta aliviada comprobando que llegará a tiempo.
Su hijo ya está trabajando y su nuera se marchará en cuanto ella llegue para hacerse cargo de los niños. Quién le iba a decir a ella, ama de casa de profesión, que después de tantos años levantándose tranquilamente a las diez de la mañana tendría que volver a madrugar, cumplir con un horario y conocer, a su edad, la hora punta del cercanías de Madrid. 
Pero lo hace de buena gana porque la pagan en especie. 
Ameniza el trayecto haciendo ganchillo, pensando en qué trastada le prepararán hoy o con qué ocurrencia la sorprenderán. Y recuerda orgullosa cuando ayer el pequeño se despidió con un conmovedor "quero mucho bela" a lo que ella casi sin palabras solo pudo contestar lo que le salió del corazón de abuela "¡y yo a ti te quiero una arroba!".

domingo, 18 de noviembre de 2012

Feliz Cumpleaños

El blog cumple cuatro añitos.
Lo empecé en una época en la que necesitaba distracciones propias y quise mezclar en él varias de mis aficiones: la fotografía, la arquitectura, la escritura, el turismo y el interés por edificios y lugares que me parecían bonitos, mágicos o simplemente llamativos en un Madrid que el madrileño a veces no ve y otras no sabe ver.
En todo este tiempo ha evolucionado en cuanto a que ya no solo busco datos sobre fechas de construcción o arquitectos sino que intento contar historias desconocidas e incluso cuentos que me sugiere ya no solo un lugar sino también una persona con la que me cruce en el metro, éstos, para diferenciarlos de lo que es real siempre en negrita.
Por supuesto todas tienen algo propio ya que no deja de ser una especie de diario quitapenas que mezcla realidad y fantasía.

Para los que aún no os habéis fijado en él (arriba a la derecha) os dejo el mapa donde se encuentran ubicados los 130 lugares con historia. Y ya, si os apetece, me decís cual es vuestra preferida. ¿La mía? la que queda por contar...


Ver Madrid recóndito en un mapa más grande

sábado, 10 de noviembre de 2012

Serenidad


La chica del abrigo naranja no era católica. No es que fuera atea, creía en algo, pero no era Dios, ni Yaveh, ni Alá. Tampoco le interesaba el budismo que tan de moda estaba entre su círculo de amigos. Simplemente le gustaba ir a aquella iglesia de vez en cuando. Sobre todo esos días en los que para ella llorar era una necesidad casi tan básica como dormir o comer. No se consideraba infeliz era solo que iba acumulando tantas pequeñas cosas que al final tenían que salir por algún lado y era entonces cuando se acercaba a su rincón mágico. 
Vecina del barrio Malasaña uno de esos malos días bajaba paseando hacia Gran Vía para intentar alegrar la cara pintándose una sonrisa de mentira con el Russian Red de el Corte Inglés, pero antes de llegar descubrió la pequeña joya. 
Maravillada por la fachada con toques nazaríes más propios de Granada que de Madrid y viendo que la puerta estaba abierta entró a curiosear. Estaban celebrando un funeral y en vez de dar media vuelta y salir corriendo algo hizo que se quedase allí plantada escuchando las plegarias del sacerdote compadeciéndose de los familiares. Era el marco perfecto para dejar correr las lágrimas sin tener que esconderse ni dar unas explicaciones que por otra parte tampoco tenía. 
Desde entonces volvía a menudo. Quizá era por el nombre, Ntra Sra de la Buena Dicha. O porque estaba construida en el mismo solar en el que hubo un hospital y el cementerio donde enterraron a las más famosas heroinas del dos de Mayo, Clara del Rey y Manuela Malasaña. Algo tendría que ver también la mezcla de estilos arquitectónicos que convivían en perfecta armonía iluminados por las vidrieras modernistas. Lo cierto es que aquel lugar la revitalizaba.
El ritual era sencillo: se sentaba intentando dejar la mente en blanco y vagaba con la mirada observando la bóveda nervada, los dibujos de las columnas, los arcos polilobulados, los colores brillantes de los azulejos o la imagen de la virgen de la Merced que para ella no era más que una talla bonita de una madre. Aunque lo que más le gustaba era fijar la vista en el símil de las pequeñas velas. Si no había ninguna encendida ella misma prendía tres o cuatro en memoria de algún ser querido perdido. Esa costumbre católica si le gustaba.

 
 
 Iglesia Ntra. Sra de la Buena Dicha. Arquitecto: Francisco García Nava. Construcción:1916 -1917

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